Mr. Turner

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Mr. Turner. ¡Qué delicia de película!

Mike Leigh en 2014 hizo algo impresionante: dar vida no solo al personaje del más gran pintor británico de todos los tiempos, sino que fue capaz de reproducir la luz de sus cuadros y mediante un ritmo suave, casi lento, en dos horas y media, crear un universo en el que no es que nos sumerjamos, no, es que podemos sentir que estamos ahí. La experiencia que nos proporciona la película, especialmente si la vemos en versión original, es inmersiva. Vives dentro de cada escena, te envuelve. 

La vi hace poco, aún no la había visto y me ha parecido maravillosa.

Ver cómo reproducen la luz que podemos disfrutar en sus cuadros en paisajes idénticos, ver las pinturas que conocemos “vivas” es… ¡Alucinante!

AVISO de SPOILERS (aunque la vida de Turner es más que conocida, y no sé yo si esto pueden considerarse spoilers o no).

Pero no es solo la luz: es la ropa, el mobiliario, el ambiente en las calles, las tertulias, la relación con su padre, con las mujeres (madre mía, qué tipejo con las mujeres era Mr. Turner por lo visto), su depresión, su nueva ilusión al enamorarse de la señora Booth y su identidad fingida como Almirante Booth para vivir su amor clandestino sin molestias… 

La verdad es que en la película, a pesar de que en ocasiones es todo un poco lento, como lento es acabar un cuadro al óleo, o ver la vida pasar, nada tiene desperdicio. 

Cuadro Lluvia, Vapor y Velocidad de J.M.W Turner
Joseph Mallord William Turner Rain, Steam, and Speed – The Great Western Railway 1844 Oil on canvas, 91 x 121.8 cm Turner Bequest, 1856 NG538 https://www.nationalgallery.org.uk/paintings/NG538

Lo mejor de la película es:

  • La interpretación de Timothy Spall (quizás le recuerdes cómo Peter Pettigrew en “Harry Potter”, o en su papel de Maurice en “Secretos y Mentiras”) es IMPRESIONANTE. No me extraña que ganara varios premios y múltiples nominaciones. Sus gestos, sus gruñidos… Su personaje resulta absolutamente creíble. Desde luego viéndolo la impresión que da es que Turner, al menos en los últimos 23 años de su vida, era un hombre taciturno, excéntrico, que sufrió mucho con la pérdida de su padre, a quien estaba muy unido, y que era bastante antisocial, lleno de contradicciones e incoherencias que le permitían ser lo mejor y lo peor al mismo tiempo; y un abusador con las mujeres, al menos con la madre de sus hijas, con ellas y con su criada. Y con el último amor de su vida, un poco también. Sophia Booth, además de cuidarlo y animarlo, pagó la casita en Cheney Walk en la que pasó sus últimos años de vida. Un poco jeta el tipo, ¿no? Teniendo en cuenta que era un pintor extremadamente reconocido, que si no vendía más obras era porque él no quería, y que llegó a cumplir su sueño de ser presidente de la Academia, ¿qué quieres que te diga?
  • La fotografía. ¡Guau! Menuda maravilla. Creo que es la mejor fotografía que he visto jamás en una película. Que me perdone Storaro, pero es que es impresionante. Solo por la fotografía ya se justifica ver la película. Todos mis respetos para Dick Pope y su trabajo. Le hago la ola. 
  • Ver cómo hasta los más grandes sufren por tener haters y porque no se entienda su trabajo u obra. En un teatro hacen burla de él, y la reina y los miembros de su corte no entienden sus últimas obras, precursoras de lo que será el impresionismo, adelantadas quizás a su tiempo y que a nosotros nos maravillan. 
  • La escena de una fiesta en la que yo solo podía pensar en la escena de “Cantó el ruiseñor, cantó el ruiseñor…” de la Cenicienta de Disney, en dibujos animados. Era como ver a Anastasia y Drizella. Lo juro. Me encantó. Morí de la risa. 
  • El ambiente, tanto en interiores como en exteriores. Brutal. Es lo que esperamos cuándo vemos una película ambientada en esa época.
  • Los cuadros. No paran de salir cuadros de Turner. ¿Qué más se puede pedir?
  • Las escenas en la Royal Academy, especialmente cuando aparece Constable, el otro supergrande. Constable, otro genio de la luz, que pintó las nubes como nadie, pero que en la Academia no estaba tan bien considerado como otros. Algo se mueve en el corazón cuándo se le ve.
  • Los Ruskin. Que aparezcan los Ruskin me chifla. Aunque no me gusta nada la caricatura que escogieron hacer de John Ruskin a quien yo considero uno de los mejores cerebros de los últimos doscientos años, pero que salga es un detallazo, incluso si es para convertirlo en un elemento cómico. Ruskin fue uno de los mayores defensores de Turner, de su obra y talento, tanto cuándo estaba vivo, como muerto, cuándo se llevó la gran cantidad de retratos de desnudos eróticos que había hecho para que no hubiera un escándalo y no se menospreciara la obra del gran pintor. Era un hombre cultísimo, gran escritor y crítico tanto de arte como literario, que cambió de forma radical como mirábamos al arte e incluso a la sociedad. Era un pintor extraordinario (estuve en una exposición suya en 2019 en el “Two Temple Place”) y, sinceramente, era igual o mejor que muchos pintores de mayor fama. En definitiva, que no estoy nada de acuerdo en cómo dibujan a Ruskin, pero me encanta verle aparecer. Mejor salir, aunque sea ridículo, que no quedar en el olvido.

¿Tiene cosas mejorables?

¡Claro! Los pintores y críticos de arte se quejan de que no se puede apreciar la verdadera técnica, etc. Pero, en conjunto, merece mucho la pena.

Cuadro El último viaje del Temerario de JMW Turner
Joseph Mallord William Turner The Fighting Temeraire 1839 Oil on canvas, 90.7 x 121.6 cm Turner Bequest, 1856 NG524 https://www.nationalgallery.org.uk/paintings/NG524

Por si no lo habías notado, Turner es uno de mis pintores favoritos. Cada vez que voy a la National Gallery de Londres me paso muchísimo rato en la sala 34. “El último viaje del Temerario” es uno de mis cuadros favoritos. El año pasado con mis alumnos del cole estuvimos hasta haciendo unas versiones muy divertidas de esa obra.

Y al ser uno de mis pintores favoritos, he de confesarte que tiene un cameo en la que será mi segunda novela. Sí, estoy escribiendo la segunda aunque aún no haya lanzado la primera. Es que tengo algo que contarte. Mi primera novela en realidad es un spin off de la segunda. Estaba escribiendo la segunda, pero veía que se me alargaba muchísimo terminarla, y decidí escribir algo más pequeño, una novelette, y decidí que lo mejor era no salir demasiado del universo que estaba creando, así que escogí uno de los personajes que había creado y lo situé cinco años antes de lo que estaba narrando, y ahí empezó todo. Me fui liando, y al final es más novela corta que novelette, pero ahí está. Es muy satisfactorio tener algo terminado, me anima mucho más a seguir con el anterior proyecto. Confieso que estoy deseando que puedas tener en las manos ambos.