Amor a primera viña

Libro Amor a Primera Viña de Bea Peidró
Imagen sacada de la web https://beapeidro.com/

Amor a primera viña es la primera novela de la bilogía de las hermanas Folch, de Bea Peidró. Es una novela romántica contemporánea. Yo suelo leer poca contemporánea, soy mucho más de histórica, pero me alegro de haber leído esta. La novela me ha encantado. Me uní a leerla en una lectura conjunta y fue una experiencia preciosa. 

Antes de hacerte ningún spoiler te quiero contar los motivos principales que me empujan a recomendártela.

Tres razones para leer “Amor a primera viña”.

  • Sus protagonistas son imperfectos, eso hace que sean creíbles, que empatices con ellos y que disfrutes más la novela. 
  • Sus diálogos están muy bien escritos. Llega un momento en que cuando aparecen diálogos, antes de llegar a la acotación, ya sabes quién está hablando. Eso a mí me parece dificilísimo de conseguir. Es una de las cosas que más me preocupan como escritora, porque por desgracia he leído demasiados libros en donde todos los personajes tienen la misma voz, la del autor o autora. En el libro de Bea eso no sucede, cada personaje tiene una voz propia y además reconocible, y eso me fascina. 
  • Sus secundarios son magníficos. De hecho, a mí lo que más me gusta de la novela son sus secundarios. Me tienen loquita todos en general. 

Ahora sí te voy a hacer algunos spoilers, porque si no, no te puedo profundizar un poco más en por qué creo que esta novela merece ser leída.

Si no has leído la novela y no quieres enterarte de algunas cosas antes de leerla, no leas más. Ve a comprar la novela y disfrútala.

Atención: a partir de aquí hay spoilers.

¡Allá vamos!

El protagonista de “Amor a primera Viña”, por supuesto, es guapísimo y fabuloso, como esperamos de una novela de estas características, ¿verdad? Una novela romántica sin un señor que pueda enamorarnos no sería lo mismo, pero a mí me gusta más, uno de los secundarios: su hermano. Yo soy súper fan del hermano, Alex, un rubiazo espectacular, cariñoso, encantador, comprensivo y bastante sensato, y me encantaría que Bea escribiera una novela dedicada a él.

Bueno, ya te lo he dicho antes: me chiflan los secundarios de este libro. Me declaro muy, muy, muy fan de la abuela del protagonista y su grupo de amigas. Por fin encuentro a una autora que dibuja al tipo de abuelas con las que yo muchas veces tropiezo, y con las que me encanta tomar una taza de té. Señoras que en sus tiempos mozos eran fans de los Beatles o de Led Zeppelin, que han vivido mucho y se les nota, que siguen con marcha e ilusión: abuelas de ahora. 

Estoy cansada de que casi siempre muestren a la abuela que hace calceta y lee algún martirologio. ¿No te sucede lo mismo? La vida continúa y muchas de las abuelas que tienen actualmente setenta u ochenta años es evidente que no pueden ser ya como las abuelas de antes. Me gusta mucho que esa evolución en la cultura y la vida cotidiana se refleje en la novela

Es una novela diferente.

Y también quiero destacar algo diferenciador y esencial de la novela; ya que aun siendo una novela romántica, hay algo fundamental que Bea logra transmitir: la importancia del amor propio, de priorizarnos, de tener pareja porque lo deseamos, no porque lo necesitemos. De que cada uno de nosotros somos seres completos y que si decidimos ir por la vida junto a alguien es por elección constante y continuada. 

S te apetece leer un libro de romántica contemporánea y entre todos los que hay en el mercado no sabes muy bien qué elegir, yo te recomiendo que leas este, para empezar, y que a continuación te leas la segunda novela de la biología porque también te va a gustar.

Por supuesto, me encantaría que me comentes qué te ha parecido.

Azucena

Mr. Turner

Portada película Mr Turner

Mr. Turner. ¡Qué delicia de película!

Mike Leigh en 2014 hizo algo impresionante: dar vida no solo al personaje del más gran pintor británico de todos los tiempos, sino que fue capaz de reproducir la luz de sus cuadros y mediante un ritmo suave, casi lento, en dos horas y media, crear un universo en el que no es que nos sumerjamos, no, es que podemos sentir que estamos ahí. La experiencia que nos proporciona la película, especialmente si la vemos en versión original, es inmersiva. Vives dentro de cada escena, te envuelve. 

La vi hace poco, aún no la había visto y me ha parecido maravillosa.

Ver cómo reproducen la luz que podemos disfrutar en sus cuadros en paisajes idénticos, ver las pinturas que conocemos “vivas” es… ¡Alucinante!

AVISO de SPOILERS (aunque la vida de Turner es más que conocida, y no sé yo si esto pueden considerarse spoilers o no).

Pero no es solo la luz: es la ropa, el mobiliario, el ambiente en las calles, las tertulias, la relación con su padre, con las mujeres (madre mía, qué tipejo con las mujeres era Mr. Turner por lo visto), su depresión, su nueva ilusión al enamorarse de la señora Booth y su identidad fingida como Almirante Booth para vivir su amor clandestino sin molestias… 

La verdad es que en la película, a pesar de que en ocasiones es todo un poco lento, como lento es acabar un cuadro al óleo, o ver la vida pasar, nada tiene desperdicio. 

Cuadro Lluvia, Vapor y Velocidad de J.M.W Turner
Joseph Mallord William Turner Rain, Steam, and Speed – The Great Western Railway 1844 Oil on canvas, 91 x 121.8 cm Turner Bequest, 1856 NG538 https://www.nationalgallery.org.uk/paintings/NG538

Lo mejor de la película es:

  • La interpretación de Timothy Spall (quizás le recuerdes cómo Peter Pettigrew en “Harry Potter”, o en su papel de Maurice en “Secretos y Mentiras”) es IMPRESIONANTE. No me extraña que ganara varios premios y múltiples nominaciones. Sus gestos, sus gruñidos… Su personaje resulta absolutamente creíble. Desde luego viéndolo la impresión que da es que Turner, al menos en los últimos 23 años de su vida, era un hombre taciturno, excéntrico, que sufrió mucho con la pérdida de su padre, a quien estaba muy unido, y que era bastante antisocial, lleno de contradicciones e incoherencias que le permitían ser lo mejor y lo peor al mismo tiempo; y un abusador con las mujeres, al menos con la madre de sus hijas, con ellas y con su criada. Y con el último amor de su vida, un poco también. Sophia Booth, además de cuidarlo y animarlo, pagó la casita en Cheney Walk en la que pasó sus últimos años de vida. Un poco jeta el tipo, ¿no? Teniendo en cuenta que era un pintor extremadamente reconocido, que si no vendía más obras era porque él no quería, y que llegó a cumplir su sueño de ser presidente de la Academia, ¿qué quieres que te diga?
  • La fotografía. ¡Guau! Menuda maravilla. Creo que es la mejor fotografía que he visto jamás en una película. Que me perdone Storaro, pero es que es impresionante. Solo por la fotografía ya se justifica ver la película. Todos mis respetos para Dick Pope y su trabajo. Le hago la ola. 
  • Ver cómo hasta los más grandes sufren por tener haters y porque no se entienda su trabajo u obra. En un teatro hacen burla de él, y la reina y los miembros de su corte no entienden sus últimas obras, precursoras de lo que será el impresionismo, adelantadas quizás a su tiempo y que a nosotros nos maravillan. 
  • La escena de una fiesta en la que yo solo podía pensar en la escena de “Cantó el ruiseñor, cantó el ruiseñor…” de la Cenicienta de Disney, en dibujos animados. Era como ver a Anastasia y Drizella. Lo juro. Me encantó. Morí de la risa. 
  • El ambiente, tanto en interiores como en exteriores. Brutal. Es lo que esperamos cuándo vemos una película ambientada en esa época.
  • Los cuadros. No paran de salir cuadros de Turner. ¿Qué más se puede pedir?
  • Las escenas en la Royal Academy, especialmente cuando aparece Constable, el otro supergrande. Constable, otro genio de la luz, que pintó las nubes como nadie, pero que en la Academia no estaba tan bien considerado como otros. Algo se mueve en el corazón cuándo se le ve.
  • Los Ruskin. Que aparezcan los Ruskin me chifla. Aunque no me gusta nada la caricatura que escogieron hacer de John Ruskin a quien yo considero uno de los mejores cerebros de los últimos doscientos años, pero que salga es un detallazo, incluso si es para convertirlo en un elemento cómico. Ruskin fue uno de los mayores defensores de Turner, de su obra y talento, tanto cuándo estaba vivo, como muerto, cuándo se llevó la gran cantidad de retratos de desnudos eróticos que había hecho para que no hubiera un escándalo y no se menospreciara la obra del gran pintor. Era un hombre cultísimo, gran escritor y crítico tanto de arte como literario, que cambió de forma radical como mirábamos al arte e incluso a la sociedad. Era un pintor extraordinario (estuve en una exposición suya en 2019 en el “Two Temple Place”) y, sinceramente, era igual o mejor que muchos pintores de mayor fama. En definitiva, que no estoy nada de acuerdo en cómo dibujan a Ruskin, pero me encanta verle aparecer. Mejor salir, aunque sea ridículo, que no quedar en el olvido.

¿Tiene cosas mejorables?

¡Claro! Los pintores y críticos de arte se quejan de que no se puede apreciar la verdadera técnica, etc. Pero, en conjunto, merece mucho la pena.

Cuadro El último viaje del Temerario de JMW Turner
Joseph Mallord William Turner The Fighting Temeraire 1839 Oil on canvas, 90.7 x 121.6 cm Turner Bequest, 1856 NG524 https://www.nationalgallery.org.uk/paintings/NG524

Por si no lo habías notado, Turner es uno de mis pintores favoritos. Cada vez que voy a la National Gallery de Londres me paso muchísimo rato en la sala 34. “El último viaje del Temerario” es uno de mis cuadros favoritos. El año pasado con mis alumnos del cole estuvimos hasta haciendo unas versiones muy divertidas de esa obra.

Y al ser uno de mis pintores favoritos, he de confesarte que tiene un cameo en la que será mi segunda novela. Sí, estoy escribiendo la segunda aunque aún no haya lanzado la primera. Es que tengo algo que contarte. Mi primera novela en realidad es un spin off de la segunda. Estaba escribiendo la segunda, pero veía que se me alargaba muchísimo terminarla, y decidí escribir algo más pequeño, una novelette, y decidí que lo mejor era no salir demasiado del universo que estaba creando, así que escogí uno de los personajes que había creado y lo situé cinco años antes de lo que estaba narrando, y ahí empezó todo. Me fui liando, y al final es más novela corta que novelette, pero ahí está. Es muy satisfactorio tener algo terminado, me anima mucho más a seguir con el anterior proyecto. Confieso que estoy deseando que puedas tener en las manos ambos. 

Los Reyes Magos en Inglaterra

Grabado que muestra una celebración de la noche de Reyes.

¿Sabías que no se celebran Los Reyes Magos en Inglaterra?

No se celebran. La noche del 5 de enero no sucede nada especial, no hay cabalgatas, no hay festividades, no hay ningún plato especial… De hecho, los niños van al colegio. Es un día laborable, sin más.

 Pero… ¿Siempre ha sido así?

La respuesta es: No.

De hecho, la que nosotros conocemos como Noche de Reyes, en Inglaterra se conocía como la Duodécima noche de Navidad (Twelfth Night) y era una fiesta muy celebrada, especialmente desde el periodo Tudor. 

Era el final de la Navidad y era típico celebrar una gran fiesta, con máscaras, teatro, juegos de interpretación y rol, y además tenían un pastel “real” que llevaba dentro un haba seca (como nuestro Roscón, sí, aunque lo suyo era tarta). El que encontraba el haba se convertía en el rey de la fiesta. 

Era una festividad que tenía sus raíces (como todas las fiestas) en celebraciones precristianas.

Se bebía, se comía, se trasnochaba, se intercambiaban regalos… Y a la Reina Victoria le pareció que había demasiado desmadre, así que a partir de 1860 prohibió esa fiesta y la quitó del calendario anglicano. Así que esa fiesta desapareció y a consecuencia de ello, las vacaciones de Navidad en Reino Unido terminan cuando empieza el año, mientras que en España se disfruta de casi una semana más para disfrutar de la mejor época del año. 

Así que Jane Austen disfrutaba de esta festividad, pero Charles Dickens tuvo que ver cómo se eliminaba del calendario durante los últimos nueve años de su vida (con lo que a él le gustaba la Navidad, pobre). 

Da mucha pena que no se celebren los Reyes Magos en Inglaterra, ¿verdad?

¿Cómo te sentirías si de repente nos quitarán a nosotros esa festividad?

Azucena Caballero

¡Felices Fiestas!

Postal Felices Fiestas, victoriana
¡Felices Fiestas!

¡Te deseo muy felices fiestas y unas maravillosas vacaciones de invierno!

Y lo hago mostrándote en esta postal al protagonista de la que ya casi es mi primera novela, Sebastian Atworth., y con una frase de Dickens. Porque sí, de victorianos va la cosa. Es un proyecto que me ilusiona y que está a punto de salir, si todo va bien, saldrá a la venta al final del primer trimestre del año. Así que me encanta poder compartir contigo este proyecto.

Espero que disfrutes mucho de estos días que están por venir. 

Felices fiestas, postal cuadrada

Yo voy a tener la casa llena, y eso me da mucha alegría. Estoy deseando verme rodeada por todos mis hijos y mis nueras, agasajarlos con las comidas que más les gustan y ver sus caras al abrir sus regalos el día de Navidad. Te he de confesar que tengo más regalos para mis nueras que para mis hijos. No solo me resulta más fácil encontrar cosas para ellas (el mundo del objeto de regalo está claramente más orientado hacia el nicho femenino) sino que, además, tengo la firme creencia de que si tratas muy bien a tus nueras, ves más a tus hijos. Así que mi objetivo siempre es que ellas se sientan cómodas y bien y deseen volver. 

No sé si has pedido algún regalo a Papá Noel, yo sí. Si tú también, espero que te lo traiga.

¡Felices fiestas!

Azucena

Moda en la época victoriana

Moda en la época victoriana, 1843.

En novelas y películas ambientadas en la época victoriana estamos acostumbrados a ver cómo las mujeres de clase media y clase alta, se cambian varias veces de ropa al día. Es algo que nos resulta curioso porque hoy en día nos cambiamos mucho menos y puede parecernos que la moda en la época victoriana es algo frívolo o que el único motivo es para poder lucir distintos modelitos en una misma jornada.

En realidad, la moda en la época victoriana no era solo una cuestión estética, sino que cada una de las ropas que vestían a lo largo del día tenía una función.

La moda en la época victoriana no era solamente una cuestión estética.

Por la mañana, solían utilizar un corsé más cómodo, que servía para elevar y apoyar el pecho, pero que no tenían la función de estilizar el cuerpo ni de hacer más estrecha la cintura. Era un corsé con una función muy similar a la del sujetador hoy en día; y aparte de todas las camisas, enaguas, etc., lo que hacían por la mañana, era ponerse un vestido al que se solía llamar “Tea Gown”, que era un vestido bonito, pero cómodo para realizar las funciones que iban a realizar en el hogar por la mañana: tomar el desayuno, despedir al marido que se va a la oficina o a sus negocios, escribir cartas, leer el diario… Actividades que de una forma u otra se realizaban en las primeras horas de la mañana sin la presencia de visitas. Y para llevar ese vestido no empleaban ningún tipo de crinolina o miriñaque.

Este “Tea Gown” o vestido para el té, también lo usaban por las tardes. Tomar el té en casa es algo confortable y privado en muchas ocasiones. Solo si reciben visitas lo tomarán con otro vestido más elegante.

Moda en la época victoriana: vestidos de paseo, 1843.

Si te iban a ver, querías asegurarte de ir adecuadamente vestida y causar buena impresión.

Si ese día decidían ir de compras, hacer recados, o ir al mercado, etc., se cambiaban, porque era un momento en el que iban a ser vistas. Se van a poner un vestido que sea más bonito, de mejor tejido, ahora sí, con crinolina que le dé forma a su falda y un corsé que en esta ocasión si tenga la función de estilizar. Por supuesto, no pueden faltar el sombrero y los guantes. Era impensable que una dama se presentara en público sin ellos.

Al regresar a casa, según su estatus harán unas cosas u otras, pero es fácil que, cuando regresen a casa, se vuelvan a cambiar por un vestido que sea más cómodo; incluso que sea de un tejido más grueso, fácilmente lavable, ya que puede que se dediquen a cosas como la jardinería o incluso a hacer algunas tareas propias del hogar.

Aunque tendrían criada, si son de clase media o de clase alta, obviamente tenían servicio, puede ser que disfruten de dedicarse a cosas de jardinería, a recolocar libros en la biblioteca, decorar alguna habitación o cualquier tarea que no sea pesada. Además, si son de clase media, era probable que tuvieran que hacer alguna de las tareas de la casa porque no tenían tantos criados y la criada que tendrían no daría abasto con todo. En cualquier caso es un vestido más cómodo, más para estar por casa y realizar actividades diversas, que si se mancha sea muy fácil de limpiar.

Vestidos especiales para actividades concretas.

Si ese día fueran hacer alguna actividad que requiriera un tipo de ropa concreta, en ese caso, se pondrían un vestido específico para la actividad que fueran a hacer. Por ejemplo, un vestido para montar a caballo, para bañarse, o un traje de viaje, si van a viajar en tren o en barco.

Y finalmente por la noche, si organizan una cena, si tienen vida social, o si van a acudir a algún espectáculo, se van a ataviar con sus mejores ropas, es el momento de lucirse, de vestirse con lo mejor. De hecho, vestir de gala es eso: es para ir a una gala, a un evento.  

Moda en la época victoriana: Vestidos de baile y paseo, 1843.

Las mejores ropas son para los momentos de vida social, para ser vistos y admirados: si es para cenar tendrá un estilo más formal, si es para acudir al teatro o a un baile, será más frívolo y espectacular.

En ocasiones, en algunas de las casas, si por la noche van a pasar una velada agradablemente en el hogar, sin recibir visitas y sin ir a ver a nadie, o como mucho, recibiendo a amigos muy cercanos; podrían perfectamente, volverse a poner el vestido cómodo de la mañana, ya que lo van a ver solo los miembros de su familia o personas muy allegadas.

Así que como ves, todos esos cambios de ropa no son por frivolidad, por mucho que algunos de sus vestidos o sombreros resultaran frívolos en su diseño. Los hacen en función de a qué actividad se van a dedicar, y teniendo en cuenta si el tejido es más caro o más delicado, si es más o menos fácil de lavar, de planchar, etc. Ese es el motivo real de que se cambiaran numerosas veces. La moda en la época victoriana no era solamente una cuestión estética. Los cambios de ropa tenían una función práctica.

¿Y tú? ¿Cuántas veces te cambias en un día?