Moda en la época victoriana

Moda en la época victoriana, 1843.

En novelas y películas ambientadas en la época victoriana estamos acostumbrados a ver cómo las mujeres de clase media y clase alta, se cambian varias veces de ropa al día. Es algo que nos resulta curioso porque hoy en día nos cambiamos mucho menos y puede parecernos que la moda en la época victoriana es algo frívolo o que el único motivo es para poder lucir distintos modelitos en una misma jornada.

En realidad, la moda en la época victoriana no era solo una cuestión estética, sino que cada una de las ropas que vestían a lo largo del día tenía una función.

La moda en la época victoriana no era solamente una cuestión estética.

Por la mañana, solían utilizar un corsé más cómodo, que servía para elevar y apoyar el pecho, pero que no tenían la función de estilizar el cuerpo ni de hacer más estrecha la cintura. Era un corsé con una función muy similar a la del sujetador hoy en día; y aparte de todas las camisas, enaguas, etc., lo que hacían por la mañana, era ponerse un vestido al que se solía llamar “Tea Gown”, que era un vestido bonito, pero cómodo para realizar las funciones que iban a realizar en el hogar por la mañana: tomar el desayuno, despedir al marido que se va a la oficina o a sus negocios, escribir cartas, leer el diario… Actividades que de una forma u otra se realizaban en las primeras horas de la mañana sin la presencia de visitas. Y para llevar ese vestido no empleaban ningún tipo de crinolina o miriñaque.

Este “Tea Gown” o vestido para el té, también lo usaban por las tardes. Tomar el té en casa es algo confortable y privado en muchas ocasiones. Solo si reciben visitas lo tomarán con otro vestido más elegante.

Moda en la época victoriana: vestidos de paseo, 1843.

Si te iban a ver, querías asegurarte de ir adecuadamente vestida y causar buena impresión.

Si ese día decidían ir de compras, hacer recados, o ir al mercado, etc., se cambiaban, porque era un momento en el que iban a ser vistas. Se van a poner un vestido que sea más bonito, de mejor tejido, ahora sí, con crinolina que le dé forma a su falda y un corsé que en esta ocasión si tenga la función de estilizar. Por supuesto, no pueden faltar el sombrero y los guantes. Era impensable que una dama se presentara en público sin ellos.

Al regresar a casa, según su estatus harán unas cosas u otras, pero es fácil que, cuando regresen a casa, se vuelvan a cambiar por un vestido que sea más cómodo; incluso que sea de un tejido más grueso, fácilmente lavable, ya que puede que se dediquen a cosas como la jardinería o incluso a hacer algunas tareas propias del hogar.

Aunque tendrían criada, si son de clase media o de clase alta, obviamente tenían servicio, puede ser que disfruten de dedicarse a cosas de jardinería, a recolocar libros en la biblioteca, decorar alguna habitación o cualquier tarea que no sea pesada. Además, si son de clase media, era probable que tuvieran que hacer alguna de las tareas de la casa porque no tenían tantos criados y la criada que tendrían no daría abasto con todo. En cualquier caso es un vestido más cómodo, más para estar por casa y realizar actividades diversas, que si se mancha sea muy fácil de limpiar.

Vestidos especiales para actividades concretas.

Si ese día fueran hacer alguna actividad que requiriera un tipo de ropa concreta, en ese caso, se pondrían un vestido específico para la actividad que fueran a hacer. Por ejemplo, un vestido para montar a caballo, para bañarse, o un traje de viaje, si van a viajar en tren o en barco.

Y finalmente por la noche, si organizan una cena, si tienen vida social, o si van a acudir a algún espectáculo, se van a ataviar con sus mejores ropas, es el momento de lucirse, de vestirse con lo mejor. De hecho, vestir de gala es eso: es para ir a una gala, a un evento.  

Moda en la época victoriana: Vestidos de baile y paseo, 1843.

Las mejores ropas son para los momentos de vida social, para ser vistos y admirados: si es para cenar tendrá un estilo más formal, si es para acudir al teatro o a un baile, será más frívolo y espectacular.

En ocasiones, en algunas de las casas, si por la noche van a pasar una velada agradablemente en el hogar, sin recibir visitas y sin ir a ver a nadie, o como mucho, recibiendo a amigos muy cercanos; podrían perfectamente, volverse a poner el vestido cómodo de la mañana, ya que lo van a ver solo los miembros de su familia o personas muy allegadas.

Así que como ves, todos esos cambios de ropa no son por frivolidad, por mucho que algunos de sus vestidos o sombreros resultaran frívolos en su diseño. Los hacen en función de a qué actividad se van a dedicar, y teniendo en cuenta si el tejido es más caro o más delicado, si es más o menos fácil de lavar, de planchar, etc. Ese es el motivo real de que se cambiaran numerosas veces. La moda en la época victoriana no era solamente una cuestión estética. Los cambios de ropa tenían una función práctica.

¿Y tú? ¿Cuántas veces te cambias en un día?